El Contrato Social: El acuerdo sobre todo

#NOVAalDerecho
PRIMERA TEMPORADA: DESCUBRIENDO EL DERECHO
Capítulo 3:
EL CONTRATO SOCIAL: EL ACUERDO SOBRE TODO
En capítulos anteriores hemos visto como evolucionó la sociedad - Un mundo en sociedad -. Como la especie humana fue capaz de crear un ser autónomo pero poderoso, capaz de condicionar casi todos los aspectos de las personas que viven en comunidad. Como se crean las reglas sociales y sobre quien recae ese poder de creación - ¿Qué es el derecho? Entre lo material y lo abstracto.
La evolución pues de la sociedad y sus normas fue escrita por el poder; como el hombre interactúo, se apropió y fue creador de ese poder y como otros muchos y muchas se sometieron al mismo.
Si nos ligamos a una clase común de bachillerato e incluso de derecho en sus primeros años, seguramente nos dirían qué es lo que comprende la edad antigua, media o moderna; qué fue el feudalismo y qué la burguesía; como surgió el renacimiento y la revolución industrial; qué fue la revolución francesa y como esta desembocó en los actuales Sistemas de Derecho. Centrarnos en estos asuntos no es el objetivo de este Blog, pero lo que si nos interesa es entender que implicó para el mundo de las normas y las reglas, estos acontecimientos.
Así pues, durante las primeras facetas de la sociedad, el poder pertenecía casi que exclusivamente a la fuerza y a la capacidad de sometimiento que se tenía sobre los otros, y solo a través de la misma fuerza, el poderoso podía ser derrocado. Todo se reducía al liderazgo del más fuerte, y era el más fuerte quien decidía que estaba bien y que estaba mal, y en caso de que lo malo sucediera que consecuencias conllevaría.
Luego surgirían las grandes civilizaciones humanas, y por lo general el poder ya no estaba sustentado en la fuerza, sino que paso a ser algo extraterrenal, era un regalo divino con el cual una persona o un grupo concreto y reducido de personas se cubrían de poder para decidir que era regla y que consecuencias habría al incumplirlas. Definían quien era ciudadano y quien esclavo, que podían y que no podían hacer.
En este punto se cruza una invención humana tan poderosa como ninguna otra, un objeto que existe materialmente en tanto las personas crean en su existencia. Una idea que se convierte en algo concreto y material pero que su valor y existencia en el plano de lo tangible, depende de la aceptación y el reconocimiento de las personas. En el momento que dejan de creer en él, su valor se pierde y el objeto desaparece del mundo tangible.
El dinero.
Y el poder cambio para siempre. Mientras las personas más necesitaban y creían en el dinero, los poderosos se desesperaron por captarlo, y a medida que el tiempo transcurría, en una simbiosis casi destinada, el dinero se tradujo en poder, y con esto, el poder ya no recayó en el elegido por los dioses, sino en el que más poseía. De repente, aun sin ser un rey o un emperador, sin pertenecer a la iglesia o sin tener sangre real, un importante comerciante podía influir en el comportamiento de las personas de una sociedad, y cada vez más, había más comerciantes poderosos.
En este punto sobre el siglo XVIII, se encarna la guerra entre el poder del dinero y el poder por derecho o poder divino. El primero dominaba los medios de producción y las fuerzas de trabajo; el segundo dominaba las decisiones del reino y la definición de lo permitido y lo prohibido. Dicha guerra entre ambos poderes culminaría con la Revolución Francesa, el acto más relevante quizás, en la construcción del derecho moderno.
Los comerciantes o burgueses obtuvieron participación dentro de la sociedad a través del poder económico, y como era de esperarse, no pasó mucho tiempo antes de que exigieran ser escuchados y tenidos en cuenta en el proceso de creación de las reglas. Creyeron además justo, que no solo tuvieran representación a la hora de decidir que está permitido y que no, sino que, además, esta potestad, este poder, debería ser ajeno a los individuos, es decir, no asimilaban que alguien tuviera el derecho absoluto de ser dueño de ese poder por el mero hecho de ser él.
Se empezó a concebir una figura novedosa para la sociedad. Consideraron que las reglas sociales solo debían ser establecidas para facilitar la vida en sociedad. Debían estar exclusivamente al servicio de la convivencia de las personas. Estas ideas resultaban incompatibles entonces, con la posibilidad de que las reglas sociales estuvieran creadas para servir a un grupo selecto a costa de todo el esfuerzo de la comunidad. Ahora el esfuerzo de la comunidad debía recaer y rendir frutos sobre la comunidad misma.
Al triunfar dentro de esta guerra, las nuevas ideas se levantaron como sólidos pilares, y se crearía por primera vez el sustento de absolutamente todo lo que representa y estudia el derecho moderno: El principio de legalidad. La prevalencia de la Ley. Se crea al Estado, las leyes y el derecho moderno. Se crea entonces la figura del Estado de Derecho.
A esto se reduce todo. Este es el punto de partida del derecho tal y como lo conocemos. Todo lo que te enseñan en las diferentes facultades de derecho del mundo, no son más que las diversas manifestaciones de este principio.
Se establecería un sistema el cual debía estar dado para servir y rendir cuentas a la sociedad. Este sistema es ahora el encargado de hacer velar por la satisfacción de los requerimientos básicos de las personas para poder vivir en sociedad.
En un punto más concreto, debe asegurar salud, educación, alimentación, trabajo, seguridad, la propiedad y su disfrute, pero también, desde una perspectiva más amplia, tiene que decir que está permitido y que prohibido, es decir, cuáles son las reglas sociales, pero además, debe haber un proceso justo de creación de esas reglas. Reglas para crear reglas. También deben decir estas reglas, ahora graduadas como leyes, cuáles serían las consecuencias al incumplimiento de estas y como la misma ley juzgaría a quien las incumpliera.
Pero todas estas bondades solo tendrían éxito si se paga un precio por parte de las personas. Debían renunciar a sus libertades, debían dejarlas ciegamente a merced de este sistema invisible y abstracto llamado Estado para que este las administrara. El Estado pues, definía que puede hacerse y que no a cambio de obediencia total y generalizada. Si el Estado dice que matar está prohibido, tú no puedes matar a nadie so pena de ser castigado.
Este proceso de sometimiento y aceptación incondicional ante el poder del Estado, a cambio de vivir con mayor bienestar fue concebido por múltiples pensadores quienes soportados por la clase burguesa construyeron el contrato social. Montesquieu abrazaría las ideas de John Locke e identificaba la existencia de diferentes poderes al interior de un Estado y que estos no podían recaer en una misma persona o institución, conceptos que se predicaban incluso desde la antigua Grecia dos mil años atrás. Además, manifestó en sus obras, la necesidad de un acuerdo generalizado de poder y sumisión por parte de las personas.
En la misma línea de este pensador surgió Voltaire, quien planteaba una limitación al poder del rey, anotando que este podía decidir libremente ser justo e ir acorde con los intereses del Estado, pero no le estaba permitido ser injusto. Si bien estos autores no eliminaban la figura del rey, si la limitaban en cuanto a su poder y sus funciones. En todo caso ya todo giraba en torno a la organización social, y no alrededor de quien gobernaba. Lo importante ahora es como se administra y el nivel de satisfacción de los administrados, más no quien es el administrador.
Este ciclo lo concretaría finalmente Jean-Jacques Rousseau, autor de la obra ?El Contrato Social? quien, basado en los principios de Hobbes sobre el estado natural del hombre, ubicó el poder en cabeza de las personas, y era ahora la unión en comunidad de las personas la única fuente soberana de poder, no debiendo recaer nunca en una sola persona. Estaba, por tanto, en contra de la monarquía implementada hasta el momento. En este mismo sentido, al ser el pueblo el soberano ostentador del poder, el poder solo debía estar al servicio del mismo pueblo. Nadie entonces podría estar por encima de este poder, todo lo anterior con el único propósito de poder vivir en paz.
Esto se puede reducir en quizás, la enseñanza recibida que más marco mi forma de entender al Estado desde la academia: atribuida a Cesare Beccaria, influencia indiscutible del derecho penal, ?el hombre cansado de vivir en un estado constante de guerra y conflicto decide ceder parte de sus libertades para poder gozar pacíficamente del resto de ellas.?
Estas líneas contienen una gran sabiduría y una vez comprendidas, explican de manera exacta en que consiste precisamente el contrato social. Es un contrato firmado por toda la sociedad.
Para entender mejor esto tendríamos que preguntarnos, ¿qué es entonces un contrato? La definición que daría un abogado para esta palabra diría algo así como que el contrato es un acuerdo de voluntades mediante el cual las partes se obligan recíprocamente. Es pues cuando dos o más personas, en uso de su libertad y capacidad, deciden aceptar unas obligaciones mutuas. Así, yo pago todos los días una cantidad de dinero a cambio de que alguien me transporte hasta cierto punto. Yo realizo una labor a cambio de un salario. Yo me obligo con otra persona para convivir y prestarnos apoyo mutuo hasta que la muerte nos separe. Todos estos acuerdos de voluntades son contratos.
¿Qué es entonces el contrato social? Es algo mucho más abstracto, es la manifestación de mi voluntad de aceptar las leyes de convivencia, es decir, mi sometimiento al Estado y su ley, a cambio de que ese mismo Estado garantice el respeto de mis libertades y derechos individuales. Lo especial de este contrato es que lo firmamos en el momento en que nos desprendemos al menos un instante del cordón umbilical que nos une a nuestra madre. En ese instante, nos vinculamos a ese contrato social e inmediatamente disfrutamos de las bondades del Estado.
Tenemos un médico al servicio de nuestro nacimiento, un sistema de salud que nos brinda una incubadora si es necesaria, así como todas las medicinas e intervenciones que sean necesarias para poder seguir viviendo. Nada de esto es gratis, son solamente las contraprestaciones que el Estado me otorga por haber suscrito ese contrato, aunque hay que advertirlo, la aceptación de este contrato se debe protocolizar o formalizar completando el formulario para poder subscribirse a los servicios que ofrece el Estado, formulario conocido como Registro Civil.
A partir de este momento, solamente se me exige crecer en el marco de la legalidad. Esta legalidad entonces exige a mis padres que me ingresen en el sistema educativo; establece un sistema económico para poder desarrollar la actividad humana cotidiana, a raíz de esto, me determina una lista de actividades permitidas que puedo desarrollar para obtener recursos, pudiendo ser médico, obrero, abogado o incluso un vago, pero no un asaltante o un asesino.
Me señala que si estoy laborando debo aportar una parte de mi salario para pagar mi salud y una futura pensión para vejez. Un pago periódico para sostener los gastos administrativos del Estado. Aunque no puede definir como morir, si dice que se puede y se debe hacer con nuestro cuerpo y las cosas que dejamos. Es todo esto y mucho más, lo que aceptamos al someternos al Estado y su principio de legalidad.
Es desde la gestación del contrato social, que el derecho surge como esa área de la sociedad que estudia todo el entramado de las reglas sociales, y como ha sido la disciplina encargada de codificar todas las conductas permitidas, las prohibidas, los procesos para incorporar futuras y nuevas conductas, las consecuencias a la violación de reglas de conducta, los derechos que tienen los miembros firmantes del acuerdo social, en fin, todo lo relacionado con la norma.
Si tenemos en cuenta todo lo visto en los tres primeros capítulos de este Blog #NOVAalderecho, podemos empezar a entender cómo se estructura nuestro propio Estado, que figuras han surgido con posterioridad y como la dinámica social continúa evolucionando cada día.
Te esperamos en el próximo capítulo y síguenos en nuestras redes en donde compartimos material adicional que nos permite entender mejor estas temáticas, así como información jurídica diversa, vigente y útil.
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